sábado, 24 de octubre de 2009

FLORENCIO MOLINA CAMPOS



En 1931, la Fábrica Argentina de Alpargatas comenzó a publicar sus almanaques con trabajos de Molina Campos. De inmediato el público rural, donde llegaban con preferencia los productos de la firma, acaparó cada uno de los "meses" formando sus propias colecciones. Es que Molina Campos había dado en el clavo, los había puesto en evidencia, llevando a sus pinturas lo que el paisano hace constantemente con sus semejantes, buscando algún rasgo risueño para hacer comparaciones o poner apropiados apodos. La caricatura verbal, pasó a ser un capítulo muy particular de nuestro arte nacional.

El concepto del honor, de la hospitalidad, del coraje, del sacrificio, de la modestia" que Molina Campos atribuía al gaucho, podrían ser parte de su retrato. Nadie como el fue gaucho, añorando en las ciudades la vida apacible y laboriosa de la estancia paterna del Sur bonaerense, con una nostalgia risueña, preñada de picardía, tan propia de nuestro paisano, con su claro amor a todo aquello que fuera parte de la Patria vieja un poco destrozada ya por el cosmopolitismo, y con claras preocupaciones por la Patria nueva que tantos desvelos le causó en momentos aciagos. Pero Patria es uan sola, y Molina Campos la evocó sonriendo solemnemente.

Estuvo en la Pampa desde el 21 de agosto de 1891 hasta el 16 de noviembre de 1959, en que se fue por la tranquera abierta por donde se va la vida en busca de la huella que lo conducía a la Cruz del Sur, desde el trozo de pampa asfaltada que es Buenos Aires.

Héroes de epopeya y estancieros tejieron su linaje, ganando batallas, tendiendo alambradas, haciendo leyes, repoblando hacienda, jugando con la muerte por la libertad.

De niño, en el amplio comedor de la estancia paterna, en las vacaciones escolares detenidas por la inundación, comenzó a reproducir las escenas de campo, haciendo mover a sus prmeros paisanos cuando tenía nueve años. Adsí se multiplicaron en la observación los días risueños de la infancia, tratando de captar al gaucho, "imitando su lenguaje, sus ademanes, su indumentaria y la inacabable variación de los peligros de sus faenas."

La muerte de su padre quebró una manera de vivir; egresado del Colegio del Salvador, el trabajo ciudadano le absorbe las horas cortadas por trazos juguetones de un lápiz, tratando de recrear el paraíso perdido, debiendo conformarse con el cambio de las leguas sureras por u trozo de blanco cartón, en el que aparecerán como en el espejo del doctor Fausto, todo aquello que le había entrado tan hondo. Pero descubre algo: el gaucho utiliza para sus comparaciones, sus apodos, para hacer un relato más florido, una caricatura verbal fruto de una aguda observación que lo descubre todo. De allí lo legítimo de Molina Campos. Decía Cupertino del Campo: "Vanamente se hubieran difundido sus cuadros si ellos no llevaran entrañado el resorte que abre y conmueve, y deleite el alma de nuestros recelosos campesinos" para que "acojan y celebren el pincel que los pone en evidencia".

En 1926 realiza su primera exposición en la Sociedad Rural de Palermo con gran éxito y la visita del propio Presidente de la Nación, el doctor Marcelo T. de Alvear, quien le nombra profesor de dibujo del Colegio Nacional Nicolás de Avellaneda, donde por 18 años dictó cátedra con el convencimiento, según decía, de sentirse "mejor maestro que dibujante".

En 1931 ganó todos los rincones del país al ser contratado por una firma comercial con el fin de reproducir sus cuadros en sus almanaques. Así sus obras se reproducen por millones y cada hoja mensual adquirirá valor comercial por sí sóla. Todos sonríen ante sus paisanos "deformados armoniosamente", como le decía Pío Colivadino.

En 1939 es contratado por firmas norteamericanas para efectuar publicidad comercial; campañas de seguridad,a visos a doble página en las más afamadas revistas, cartelones en los caminos, hacen de su obra el motivo para declararla la de mayor aceptación del año. En 1943, otra firma comercial lo contrata para sus almanaques, y los célebres gauchos de Molina Campos ganan la calle, copan los bares, los ranchos del Oeste norteamericano y las instituciones públicas y privadas los piden como testimonio. Sus cuadros figuran en el Museo "Horse de las Américas" en la Universidad de texas (Austin), Estados Unidos, y es el único artista extranjero en la Galería de Charles M. Russell de Montana.

En 1942, Walt Disney lo contrata para sus estudios en carácter de asesor, para la realización de varias películas de ambiente argentino: "El gaucho volador", "El gaucho reidor", "Goofy se hace gaucho" y "Saludos, amigos". En 1942 ilustra el "Fausto" de Estanislao del Campo, esitado por Kraft, y en 1946 "Vida Gaucha", libro de texto para estudiantes de español en Estados Unidos. Dejó completos los dibujos para una edición de "Tierra Purpúrea", de G. H. Hudson, y bosquejó "martín Fierro" y "Don Segundo Sombra".

Una treintena de exitosas exposiciones hicieron conocer sus originales en el país, en Estados Unidos -donde tuviera en Edward Larocque Tinker un ferviente admirador-, en Francia y en Alemania. Sus cuadros se encuentran en numerosos museos y colecciones privadas del mundo y realizó paneles para la South American House de Londres, ciudad en la que tuvo encumbrados admiradores.

En 1956 viajó a Alemania Occidental como invitado de honor para asistir al Festival Internacional Cinematográfico, llevando la película "Pampa Mansa", sobre motivos argentinos y donde él personalmente actuaba.

Fue miembro de numerosas instituciones culturales, artísticas, profesionales y folklóricas y un sostenedor ferviente de la tradición de la Patria, que tanto amó y le abrumó de amargas preocupaciones.

Habló en el mismo idioma a Ricardo Güiraldes y Benito Lynch, quienes lo reconocieron como parte de la obra que ellos realizaban a través de las letras continuando con la herencia de Hernández y Ascasubi.

Cupertino del Campo, Alcides Gubellini, Carlos Vega, Eduardo Acevedo Díaz, Cesáreo Bernaldo de Quirós, Rafael Squirru, José belbey, Quinquela Martín y tantas otras personalidades, le han brindado testimonios de admiración, desentrañando los profundos significados de una prolífera obra que tiene la característica de ser reconocida por todo un pueblo.

Queda a su vez por estudiar sus conferencias, sus charlas pro radio, sus cuentos, sus colaboraciones como periodista, su ideario, manifestados en todos los niveles y sobre todo en el extranjero; de allí lo de "embajador de la buena voluntad" como lo reconocieron en tantos lugares, ante la indiferencia de los representantes oficiales de todas las épocas.

En la Argentina, junto a su cónyugue, María Elvira Ponce Aguirre, tuvo un refugio inigualable, a orillas del río Reconquista, en el pueblo de Moreno, donde levantó, con sus manos, su rancho de puertas abiertas y desde donde robó tantos cielos para sus paisanos. Allí también, en ese rincón de la pampa, donde no había escuelas, crearon la que ahora lleva su nombre y en la que un centenar de niños aprendieron a cantar el Himno Patrio y las primeras letras, que el matrimonio mismo les enseñara. En ese pueblo, ahora ciudad, la Fundación que lleva su nombre está levantando un Museo que reunirá gran parte de su obra.

Cuando Florencio Molina Campos murió, al decir de su amigo Edward Larocque Tynker, "el mundo perdió un genio que había dedicado su vida a llevar alegría a un mundo en tensión"; por eso, qué mejor epitafio pudo haber tenido que éste: "HIZO SONREIR MUCHO A MILLONES".

Juan Carlos Ocampo*

*Juan Carlos Ocampo, autor de este trabajo, nació en Moreno (Bs. As.) en 1938. profesor en Historia, fundador y director honorario del Museo Histórico Municipal Amancio Alcorta y del Museo Florencio Molina Campos, autor de Orígenes históricos de la Ciudad y Partido de Moreno, profesor de historia del Instituo Superior de Turismo Perito Moreno, miembro fundador y primer presidente de la Junta de Estudios Históricos de la Ciudad de Moreno, miembro fundador de la Fundacióon Florencio Molina Campos y colaborador en la orgranización del Museo Florencio Molina Campos de Moreno. Este es un fragmento de su libro Florencio Molina Campos.

13 comentarios:

  1. ¿Qué más se puede pedir a alguien, que como dice tu artículo llevó la pasión a todos los rincones, y arrancó una sonrisa allí donde no llegaba la alegría?

    A él, nada; a los demás, que nos sirva como "lección de vida",

    Si como Max, (mi colaborador en Monólogos Felinos) alcanzo las siete vidas me haré "gaucho"...

    Un placer, Roberto

    Malena

    ResponderEliminar
  2. Agradezco tu visita a mi blog, Roberto.

    Tienes un espacio muy interesante, a partir de ahora será una paradita más en mi circuíto!

    Saludos!

    ResponderEliminar
  3. quién no tiene entre los recuerdos familiares algún almanaque con los inconfundibles dibujos de Molina Campos !!!
    buenísimo el informe Roberto, cuántas cosas que desconocemos de nosotros mismos ..

    mi padre tenía una colección de estampas de la década del 50, son parte de mi tesoro familiar ..ahora

    besos !

    ResponderEliminar
  4. ke bueno Bobby !!
    siempre me gustaron los dibujos de molina campos, un capo
    salu2 y kisses

    ResponderEliminar
  5. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

    ResponderEliminar
  6. Interesante, muy bueno el artículo, Roberto.
    Viste la línea del horizonte en todos los dibujos ? muy baja, parece que así la inmensidad del campo es mayor, no?

    Un beso.

    ResponderEliminar
  7. GRACIAS MALENA.
    PIENSO QUE SERA MUY "APASIONANTE" TU VIDA COMO GAUCHO.
    UN SALUDO:

    ResponderEliminar
  8. GRACIAS AOMARALUZ.
    UN HONOR CONTAR CON TUS VISITAS.
    SALUDOS.

    ResponderEliminar
  9. GRACIAS CECI.
    ESO, QUIEN NO TIENE O HA TENIDO O QUERRIA TENER..
    BESOS.

    ResponderEliminar
  10. GRACIAS MYRIAM.
    UN RASGO ES ESE, SI. Y TAMBIEN LAS PATAS DE LOS CABALLOS EN EL AIRE, EL LOS VEIA ASI. VOLANDO EN LA INMENSIDAD.
    BESOS.

    ResponderEliminar
  11. En mi blog, hay un regalo para tí.., y bueno para todos/as que lo deseen, también.

    ¡Feliz semana!

    Malena

    ResponderEliminar